La alimentación y la salud están íntimamente relacionadas, por eso es importante conocer algunas pautas nutricionales que se deben tener en cuenta para un paciente que se encuentra en tratamiento oncológico.
De la mano de Sebastián Villa, nutricionista de nuestro Hospital, te contamos las claves nutricionales que resultan más recomendables para pacientes con este tipo de patologías.

¿Cómo afecta el cáncer a la alimentación?
La enfermedad y sus distintos tratamientos pueden alterar el sentido del gusto de los pacientes, haciendo que perciban diferente la temperatura de los alimentos, el olor y el sabor, además de tener menor sensibilidad para el sabor dulce y mayor para los sabores salados y amargos.
Cada paciente puede presentar generalmente reacciones adversas distintas ante el tratamiento oncológico: vómitos, diarreas, estreñimiento, entre otras.
¿Por qué es importante la alimentación durante el tratamiento para el cáncer?
Tanto los pacientes como sus familias deben saber que una correcta alimentación minimiza las complicaciones digestivas, mantiene un buen nivel de defensas, permite cumplir el tratamiento en el periodo establecido y, como consecuencia, mejora su calidad de vida.
¿Cuáles son los principales riesgos alimenticios durante esta enfermedad?
El cáncer es una enfermedad con diferentes tratamientos para cada paciente, pero un factor común en las personas que lo padecen es la desnutrición, y su manifestación más habitual, la malnutrición proteico-calórica y las deficiencias en vitaminas y minerales.
Como consecuencia de este déficit nutricional, se puede producir una alteración en el sistema inmune o intolerancias a terapias neoplásicas, por ejemplo.
¿Cómo se podría evitar la desnutrición?
Para evitar una posible desnutrición, y como cuidados generales nutricionalmente hablando, podemos seguir algunas recomendaciones que nos hace nuestro nutricionista Sebastián Villa:
Planifica las comidas.
Los horarios de los tratamientos pueden interferir en las horas de las comidas del paciente, por lo que hay que tenerlos en cuenta. Generalmente se conocen de antemano, lo que ayuda a establecer los menús semanales e incluso diarios.
Buen ambiente y en compañía.
Tan importante como la comida es el lugar y la compañía. Elige ambientes relajados y agradables, sin ruidos y distracciones como la televisión y evita comer solo.

Dieta personalizada.
Cada paciente puede tener reacciones adversas distintas ante el tratamiento oncológico, así como unos gustos diferentes; por eso, si preparamos los menús, debemos atender a las preferencias y necesidades del paciente.
Apuesta por la variedad.
Evita la monotonía en la elaboración de comidas, porque el paciente oncológico debe contar con una dieta variada y equilibrada, de forma que se cubran todos sus requerimientos.
Hidrátate mucho.
Bebe entre 1,5 y 2 litros de agua al día, y para recuperar las sales minerales perdidas, es recomendable el consumo de sueros de rehidratación oral. Además, puedes beber licuados, bebidas vegetales, cremas de verduras e infusiones.
Consume alimentos de todos los grupos.
Opta por proteínas de fácil digestión, como el pescado blanco, carnes blancas (pollo, pavo, conejo…) y rojas, clara de huevo cocida; el pan, las galletas, pasta o arroz son de fácil digestión y aportarán la energía necesaria; emplea aceite de oliva, y toma lácteos según tu tolerancia.
Realiza ejercicio suave cada día.
Junto a la alimentación, hay otro hábito que debes introducir en rutina: el ejercicio diario, siempre en la medida de lo posible, y eso sí, evitando esfuerzos los días que estés muy bajo de energía, el día del tratamiento o días posteriores.
Consulta a tu médico.
Tu médico especialista es quien mejor conoce el tratamiento y tu evolución, así que debes recurrir a él en caso de que tengas dudas con ciertos alimentos o hábitos nutricionales o si surge algún síntoma relacionado con la comida.
Menos cantidad y más veces.
En la planificación, reparte las comidas en varias tomas y sin que estas sean muy voluminosas: puedes realizar hasta 6-10 tomas al día. Procura comer más en la comida en que tengas más hambre, que suele ser en el desayuno, y ten en cuenta que existen ciertos medicamentos que afectan al apetito.
